22 de junio de 2010

Somo Caseros, Somos un Pueblo que busca ser cada día más Pueblo

Lunes, 21 de junio de 2010
Norberto Galasso y sus Verdades y mitos del Bicentenario

"La historia también es un arma de combate"

El historiador sostiene que en la actualidad "se está consolidando una especie de revolución inconclusa, que fue la de Mayo y la de San Martín y Bolívar". Galasso refuta el relato mitrista que legitima, dice, las políticas liberales que se han implementado en el país.

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"A un estudiante que estudia mal la historia le cuesta entender el presente", sostiene Galasso.
Por Silvina Friera

"Donde está la luz." Desde el primer piso de su estudio de la calle Asamblea, a pocas cuadras del Parque Chacabuco, la textura de una voz serena indica cómo llegar hasta la guarida del destripador obstinado de la historia oficial. Donde está la luz, hay una puerta entreabierta. Antes de subir por la empinadísima escalera una foto de un maldito, la de Arturo Jauretche, ilumina el camino hacia uno de sus más conspicuos herederos y biógrafos: Norberto Galasso. El historiador continúa desmontando las máscaras de los relatos contradictorios del liberalismo y metiendo el dedo en la llaga del sistema nervioso del mitrismo. No anda con chiquitas este hombre menudo, de apariencia frágil, ojos con una chispa indomable como marca de fábrica, y bigote de cuño jauretcheano. A los 73 años continúa peleando, sin vacilar, contra peso pesado. Aguijonea y lastima, aunque del otro lado de la cancha acusen recibo minimizando sus interpretaciones. En sus manos, en sus libros, que son muchos, más de cuarenta, el pasado nunca es un agujero negro sin fondo. Toma por las astas cualquier acontecimiento sobre el que investiga y rescata textos sepultados por resultar molestos, tendiendo puentes y redes de sentido. Sobre la mesa de su escritorio hay artículos de revistas, diarios y muchos libros, como los dos que acaba de publicar: Verdades y mitos del Bicentenario y la reedición de Felipe Varela y la lucha por la unión latinoamericana (ambos por Colihue).

La gran fiesta por los doscientos años aún está fresca en la retina de los argentinos. La primera pregunta que lanza a la palestra en las páginas de ese compendio ineludible sobre 1810 es: ¿Por qué festejamos los 200 años del nacimiento de la patria, si la Independencia se declaró el 9 de julio de 1816? El historiador imagina a una docente con alumnos inquietos que la taladran con interrogantes. Las complicaciones aumentan cuando los pibes reparan, un tanto perplejos, en que los integrantes de la Junta juraron fidelidad al rey de España, encabezando una revolución cuyo objetivo sería romper con la dominación española. Excepto que sea una profesora muy audaz que se atreva a cuestionar la interpretación oficial, repetirá la "fábula" impuesta por Bartolomé Mitre. Los muchachos de Mayo, consigna este relato sacralizado, cranearon una simulación llamada la "máscara de Fernando VII", de tal modo que hicieron de cuenta que hacían una revolución contra el rey, pero en su nombre. Así engañaron a Fernando VII, a toda Europa y a su propio pueblo; engaño que duró hasta 1816 cuando, finalmente, se declaró la Independencia.
"Mitre historiador fabrica una historia que legitima al Mitre líder de la oligarquía porteña –dice Galasso en el libro–. Exalta el supuesto librecambio de Mayo para justificar la libertad de comercio que provoca déficit permanentes en la balanza comercial de su gobierno, entre 1863 y 1868. Relata un Mayo donde no existe protagonismo popular, porque así legitima su represión sobre aquellos que lideran a las masas en las provincias del Noroeste. Ofrece la visión de una Revolución de Mayo porteña y que mira hacia el Atlántico, porque ése es su proyecto antilatinoamericano." El historiador cuenta que lo más importante de los recientes festejos del Bicentenario es que la gente tenía ganas de salir a la calle. "Fue un fenómeno muy extraño; nunca vi tanta gente junta y es bastante esperanzador que haya habido esta presencia popular sin incidentes y con alegría", subraya Galasso a Página/12. "El Bicentenario era la oportunidad para dar un gran debate histórico, pero quizá sea muy exigente. Ya es bastante lo que se hizo, y que haya un interés popular".
–Si como señala en el libro sobre los mitos del Bicentenario, la política de hoy es la historia que se está construyendo y se relatará años después, ¿qué historia estima que se está construyendo desde la política de este presente?
–Estamos en un momento muy interesante, un momento bisagra, si recordamos el deterioro catastrófico de 2001. En diez años ha cambiado bastante el panorama del país y de Latinoamérica. Más allá de las contradicciones que puedan tener estos procesos y que uno pueda apuntar disidencias o críticas a algunos aspectos –uno quisiera cambios más profundos–, estamos viviendo una época de excepción, donde se está consolidando una especie de revolución inconclusa, que fue la de Mayo y la de San Martín y Bolívar. Hablamos todos los días en los diarios del Unasur, del Banco del Sur, de la reivindicación de los derechos humanos, de las transformaciones económicas tendientes a una economía productiva, de algunos avances como Fútbol para Todos, que me parece muy importante, y la ley de medios. Estamos iniciando un camino que me parece muy auspicioso.
–¿Por qué cuesta desterrar el relato de la "máscara" de Fernando VII?
–La jura por Fernando VII se produjo en todos los movimientos revolucionarios. Ese relato bien interpretado indica, como sostenía Juan Bautista Alberdi, que la Revolución de Mayo integra un proceso revolucionario americano. Ahí está la raíz del Unasur. Por el contrario, al decir que la jura fue una "máscara" y que hubo una actitud independentista desde el principio se invita a pensar que todo lo español es reaccionario. Se fija la idea de que la cruz y la espada es España. Esa fijación lo llevó a Mitre a decir en sus libros que, por suerte, los Estados Unidos fueron conquistados y civilizados por anglosajones. Hay una actitud mental que es la de ser probritánico. Sarmiento decía que había ido a Europa y también a España, que representaba el atraso. Nosotros rompimos con el atraso, según el relato mitrista, para abrirnos al mercado mundial, que sería el antecedente de Menem, si queremos ser malos. El fenómeno de la ruptura con España es la ruptura con Hispanomérica; eso es lo que se quería lograr. Miremos al Atlántico, pero no a España, sino a Inglaterra.
–En el libro ubica como precursor de las posiciones latinoamericanistas a Juan Bautista Alberdi. Sin embargo, el relato imperante que se enseña en las escuelas gira en torno del lema "gobernar es poblar", que colocaría a Alberdi bajo la égida mitrista, ¿no?
–Sí, es cierto, pero porque hay un Alberdi "joven" y un Alberdi "viejo". El Alberdi joven que se exilió en Montevideo estuvo dispuesto a apoyar a los franceses para tratar de sacar a Rosas de la gobernación de la provincia de Buenos Aires, y tuvo una buena relación con Mitre y con Sarmiento. A partir de Caseros comenzaron a producirse las disidencias. Alberdi se definió a favor de Paraguay en la "Guerra de la Triple Infamia". Ese Alberdi "viejo", que pasó prácticamente los últimos treinta años de su vida en el exterior, fue el que dijo que la Revolución de Mayo forma parte de la revolución hispanoamericana. Pero ése es el Alberdi que ha quedado sepultado.
–La posición del Frente Obrero, ese grupo de la izquierda que reconoció el carácter progresista del peronismo que usted rescata en el libro, ¿quedó eclipsada por la corriente historiográfica llamada Historia Social?
–El Frente Obrero era un grupo muy reducido de marxistas lectores de Trotsky. Entendieron la importancia del peronismo porque uno de ellos tenía un hermano que era delegado metalúrgico, que es lo que le falta a la izquierda: tener un cable a tierra (risas). El tener ese cable a tierra les permitió darse cuenta de que estaban pasando cosas en la clase trabajadora y comenzaron a revisar la historia. Salvo Enrique Rivera, que publicó algunos libros, uno de los más importantes de este grupo, Aurelio Narvaja padre quedó sepultado. Gran parte de las ideas del frente las retomó Jorge Abelardo Ramos, las desarrolló y las difundió, pero ladeándolas por momentos hacia el nacionalismo. Para colmo de males, Ramos terminó adhiriendo al menemismo...
Galasso militó en el Partido Socialista de la Izquierda Nacional entre 1963 y 1971. "Cuando me fui, empecé a visitar a estos viejos del Frente Obrero. Me acuerdo que llamé por teléfono a Narvaja y me dijo: 'Yo estoy en el estercolero de la historia, ¿para qué me quiere ver a mí?'". La voz del historiador imita el tono cabrón de ese hombre herido de muerte por el olvido en vida. "Esta gente estuvo muy aislada; no habían transado con nada, pero la historia los había pasado por encima y no pudieron construir nada. Lo ideal hubiera sido que hubieran podido construir una izquierda al lado del peronismo; que es un poco lo que pasa ahora y por eso me enojo con Pino Solanas –compara–. Su función era construir una izquierda nacional, al lado del Gobierno, marcarle las limitaciones y las cosas que se hacen mal. Pero de este lado, sin pasarse a la oposición, porque entonces este Gobierno queda solo y tenemos que elegir siempre entre lo que ya sabemos que es malísimo y gobiernos nacionales que tienen contradicciones. Ese es un poco el drama de no tener una izquierda real. Lo que tenemos son posiciones de izquierda abstractas, que a veces juegan como derecha concreta, por ejemplo cuando algunas agrupaciones fueron a apoyar a la Mesa de Enlace. Y uno no puede más que lamentarlo porque no son el enemigo, por supuesto."
–Usted recuerda un artículo de Luis Alberto Romero de 2002 en el que parece que se aparta del relato mitrista sobre la Revolución de Mayo y plantea que los historiadores están lejos de lo que se enseña en la escuela. ¿Cómo explica que Romero no haya dado un paso más allá y siga sosteniendo ese relato?
–La corriente de la Historia Social está en crisis. El historiador José Carlos Chiaramonte, que viene de ese grupo, dice que lo de la "máscara" es una estupidez porque tiene mayor independencia. Pero hay otros historiadores que son asesores en grandes editoriales, como fue Romero en Sudamericana, y quieren comentarios favorables en el diario La Nación. Estamos viviendo un momento muy complejo en la historia, que significa no sólo romper con el diario La Nación, sino que implicaría cambiar el nombre de muchas calles, las estatuas de muchas plazas, hacer una especie de revolución cultural de una Argentina que se inserta definitivamente en América latina, que deja de tener rencores con Bolívar, que reconoce que Dorrego estuvo en la revolución chilena y que San Martín era más latinoamericano que argentino; toda una serie de cuestiones para las que se requiere tener una audacia que los historiadores que están en puestos importantes no tienen. Romero ahora está jubilado, pero durante mucho tiempo ha sido el jefe del Departamento de Historia de la Universidad de Buenos Aires, el dispensador de becas, de adjuntos. Esto es una limitación. La misma limitación que tiene Tulio Halperin Donghi, que por primera vez en mucho tiempo reconoce que es tendencioso. Cuando Donghi cuenta que el 16 de junio de 1955 se "ametralló" el centro porteño, no dice que murieron casi 400 personas. A él le importan más las quemas de las iglesias que los bombardeos de la Plaza de Mayo. A un estudiante que estudia mal la historia le cuesta entender el presente. Si se hace a la imagen que le enseñaron de civilización o barbarie, la barbarie será (Hugo) Moyano y la civilización será (Héctor) Magnetto (CEO de Clarín), entonces se ubicará muy mal.
–¿Por qué la figura de Felipe Varela ingresó a la lista de los malditos argentinos?
–Varela tiene dos manifiestos que son bastante fuertes. En uno de ellos dice que la política de Mitre provocó 50 mil muertos en el Noroeste. En aquel tiempo, con una población de 2 millones, 50 mil muertos era una cifra tremenda. Nosotros hablamos de 30 mil desaparecidos en una población de 30 millones, en el momento de la dictadura. En ese manifiesto plantea que hubo un terror durante el mitrismo tan grande como el de la época de Rosas. Varela es parte de una expresión del interior devastado por la política de la oligarquía porteña. Varela hizo un elogio de Caseros, que más allá de que participaron los brasileños y de que Urquiza tuviera sus limitaciones, significaba una posibilidad. Porque significó la Constitución Federal. Tanto el Chacho Peñaloza como Felipe Varela, para la interpretación rosista, son dos elementos molestos. Para el liberalismo mitrista también, porque Varela plantea no sólo que han masacrado a todos los pueblos del noroeste, sino que son los usurpadores de las rentas, que son nacionales y se las queda la provincia de Buenos Aires. Además se declaró amigo del Paraguay. La imagen que quedó de Varela, por las oligarquías del Norte, está en la zamba que dice "matando viene y se va", cuando Varela entró en Salta. Es la imagen de un caudillo sanguinario.
–¿Le gusta nadar contra la corriente al rescatar figuras olvidadas?
–Sí, pero nado contra la corriente políticamente. Llegué a la historia por una cuestión política; creo que América latina tiene que estar unida y tiene que ser libre. Y será el socialismo del siglo XXI, como ya lo apuntan (Hugo) Chávez, (Rafael) Correa y Evo. Esa unión hay que hacerla con el Plan de Operaciones de Moreno, con fuerte inversión estatal, con cooperativas, con mutuales, con organizaciones populares. La historia es un arma de combate contra la sacralización de las clases dominantes. También rescato la figura de Manuel Ugarte, un chico de la clase alta muy seductor y romántico que le dijo a una niña que él iba a luchar toda su vida por la unión latinoamericana, contra Estados Unidos y por el socialismo. Ella, que no entendía nada, le contestó: "Me parece demasiada carga para andar por la vida" (risas).

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15 de junio de 2010

FW: La Corte Suprema ratificó la vigencia de la Ley de Medios garantizando asi democratizacion del acceso a la palabra


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C o l u m n a  S u r

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ESTAMOS DE FIESTA !!
 

La Corte Suprema ratificó la vigencia de la Ley de Medios

La Corte Suprema de la Nación revocó hoy de forma unánime la medida cautelar dictada por la justicia federal de Mendoza, que suspendía la vigencia de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, aprobada por amplía mayoría en el Congreso.

 
Con su fallo la Corte reestablecio la autoridad del  Parlamento
 garantizando la vigencia de las instituciones y de la Constitución
 

 





 


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Cristina presiona a Papel Prensa y le exige precios "igualitarios para todos" - Política - Perfil.com

Aguante Cristina
Desde San Pedro, estamos con el Proyecto NAcional.
Gracias por poder estar viviendo estos momentos históricos, la política marcando la cancha, la´política dandole su espacio a los trabajadores.
Si esto no es Peronismo que carajo es???
Cristina presiona a Papel Prensa y le exige precios "igualitarios para todos" - Política - Perfil.com

14 de junio de 2010

Emilio Pérsico: “Ir por más”

 

Emilio Pérsico es secretario general del Movimiento Evita y secretario de Organización del Partido Justicialista. Es uno de los referentes de los movimientos sociales orgánicos al kirchnerismo con mayor desarrollo nacional. Debajo de un retrato de la "abanderada de los humildes", en uno de los salones de la sede central de la organización, dialogó con Voces en el Fénix sobre qué falta para vivir en un país más justo. "El gran problema de la Argentina sigue siendo la reunificación de la clase trabajadora. Tenemos que lograr el pleno empleo y la estabilidad de los trabajadores. No hay estabilidad política ni económica en el país si no hay estabilidad de la clase trabajadora", caracteriza, cuando analiza los debes y haberes de la situación actual.

–¿Cómo repercute la inestabilidad de los trabajadores en el proceso político?
–Si los trabajadores no están en blanco y no están en condiciones de trabajo dignas, no hay posibilidades de que haya estabilidad en el proceso político. La gran inestabilidad de los partidos tiene que ver con eso. Tuvimos estabilidad en los partidos políticos cuando el peronismo y el radicalismo hicieron grandes reformas políticas: incorporaron a grandes sectores al proceso económico y político como protagonistas sociales. La gran asignatura sigue siendo esa. Un tercio de los trabajadores está en blanco, un tercio en negro y el otro tercio con problemas laborales. Esta división de la clase trabajadora fue el mayor objetivo del modelo neoliberal, que logró dividirla y sacarle las herramientas de unidad que tuvo durante años. Una de esas herramientas era ser una clase trabajadora muy sindicalizada: 70 por ciento sindicalizada. Ahora tenemos el 12 por ciento. Es uno de los problemas centrales.

–Esta fragmentación de los trabajadores influye en plano cultural.
–La división de la clase trabajadora hizo que entrara la competencia entre nosotros. Nos quisieron hacer creer que había desocupados porque había trabajadores que no estaban preparados para el nuevo siglo. Y que el trabajo que conseguía el compañero era el que vos perdías. El liberalismo se instaló, apareció mucho el cuentapropismo, el buscar la salvación individual. El modelo político y cultural neoliberal tiene que ver con el modelo económico que triunfó en la Argentina. El neoliberalismo económico trajo el modelo liberal en lo político. Apareció el puntero en el barrio que decidía quién comía, quién tenía plan o a quién le daban bolsones. La repartija de planes sociales en el conurbano parecía como cuando bajan los helicópteros norteamericanos en África después que destruyeron todo y bombardean con arroz y se arma la disputa entre los compañeros por la comida que tiran. En nuestro país pasa una cosa parecida. Destruyeron el trabajo, nos trajeron las enfermedades sociales y nos empezamos a pelear entre nosotros por un plan social o un bolsón de comida, en vez de pelear por un modelo de país, por las cosas que peleaba antes la clase trabajadora.

–¿Qué rol le asignan a la política?
–Antes, cuando yo era joven, uno pintaba una "V-P" en una pared y eso significaba un montón de cosas: que se estaba a favor de las empresas del Estado, de la distribución del ingreso, de los trabajadores, de los sindicatos. Hoy pinto eso en un barrio y dicen: "Ah, mirá, Emilio quiere ser candidato a concejal". No tiene ese mismo significado de rebeldía o de organización que tenía el peronismo en algún momento y que también supo tener el radicalismo. Esta situación llegó a un punto donde nos robaron la política como herramienta de transformación. En el modelo neoliberal la política termina siendo una herramienta que tienen los ricos para mantener la situación como está. Pero la política es la única herramienta que tienen los pobres y los humildes para salir de la situación en la que están. Ellos tienen que ser los protagonistas y ellos son los grandes marginados del proceso político. Lamentablemente, se ve a la política como una carrera.

–¿Qué medidas de gobierno le parece que hacen falta para empoderar a los trabajadores?
–Hacen falta políticas activas del Estado. Se gastan 40 mil millones de pesos o más en subsidios. En general son indirectos: al gasoil, al transporte, a la leche. Pero el Estado tiene que subsidiar fuertemente el trabajo; si no, es muy difícil conseguir el pleno empleo. Y ese trabajo que subsidiamos tiene que ser trabajo digno, donde haya representación sindical y organización de los trabajadores con derechos sociales. Respetamos mucho el programa de cooperativas Argentina Trabaja, va en la dirección de subsidiar al trabajo para gente que tiene problemas en entrar al mercado, aunque el programa tiene muchos déficit. Es que siempre nos quedamos a mitad de camino, tenemos un Estado muy liberal.

–¿Qué objetivo se proponen como organización?
–Tenemos que reunificar a la clase, no hay otra manera. Eso es lo que nos da fuerza política y social al peronismo. En el primer año de gobierno Juan Domingo Perón pasó del 5 por ciento de los trabajadores al 80 por ciento en blanco. Eso fue una revolución. Tenía cuatro ministros que eran trabajadores. Le dio protagonismo político, social y económico a la clase trabajadora. Este proceso en la Argentina todavía no lo estamos viviendo. El peronismo era un instrumento de empoderamiento de los trabajadores, de acceso de la política.

–¿Cómo evalúan estos años de kirchnerismo?
–Los trabajadores se beneficiaron: hay un Estado que defiende a los trabajadores, una cosa insólita. Tenemos paritarias donde el Ministerio de Trabajo no es el ministerio de los empresarios como era antes. Es un ministerio que tiene que defender a los trabajadores. Para eso fue creado. El Estado tiene que defender al más débil. Sin embargo, hay que preguntarse quiénes fueron lo que más se beneficiaron, quién multiplicó más rápido su riqueza en estos años. ¿El trabajador o el empresario? Esa es una asignatura pendiente: ahí está el elemento concreto. Cuando Mauricio Macri o alguno así dicen que la Argentina podría haber obtenido más ganancia y aprovechar más la circunstancia ventajosa que tenemos en el mundo, hablan de crecer más ellos. ¡Podrían haber ganado más plata todavía!

–¿Qué plantean frente a las asignaturas pendientes?
–La clase trabajadora recuperó la voluntad de ir para adelante. En los '90, en el barrio todos los días teníamos que agregarle un litro más de agua al guiso porque todos los días venía una familia nueva que estaba en crisis. Hoy en día es al revés. Todos los días una familia nueva avanza. ¿Que el avance es muy lento? Puede ser. Siempre tenemos que ir más allá. Una de las grandes derrotas es que hemos perdido la esperanza y los sueños. Cuando era joven teníamos fifty-fifty y yo quería más. Hoy en día sería un logro revolucionario. No tenemos que perder eso como clase y como militantes: tenemos que siempre ir por más: por la ley de entidades financieras, por la reforma estructural en la distribución del ingreso, el Banco Central, la reforma tributaria para que los impuestos no sean regresivos. Todo eso lo tenemos que plantear. Y tenemos que ir también por los derechos de la clase trabajadora. Profundizar; si no, no hay posibilidades. Hay que buscar la independencia. Si algo tiene de valor este proceso es que hemos empezado a vivir con lo nuestro y a pensar con lo nuestro. En esto tiene mucho valor el Plan Fénix. Esto es un punto de partida, no de llegada. Podés vivir con lo nuestro en un país injusto o en uno justo, pero es una base importante para ir en esa dirección.

Fuente: Voces en el Fénix – Año 1 N° 1 Junio 2010

5 de junio de 2010

Fwd: Envio de noticias por mail




Expediente Papel Prensa
La situación de la empresa papelera es cada vez más compleja. La batalla judicial cruzada entre el Gobierno, Clarín y La Nación

Ya no queda tiempo para medir fuerzas y escudriñar la estrategia del adversario. Menos aún para acuerdos o armisticios. Se juega contrarreloj y con piezas que se mueven de manera cada vez más precipitada. En la justicia, en la arena política o ante la opinión pública. Es cierto: no hay certeza sobre quién, finalmente, saldrá victorioso y en qué condiciones. Pero sí hay indicios, cabos que se atan y lecturas que pueden hacerse. En ellas, el gobierno nacional gana terreno y despoja de razones a su principal rival político desde hace más de dos años. Y en ellas, también, el Grupo Clarín viene en retroceso. Acentuado retroceso, por cierto. Factores varios se conjugan para explicarlo. Su pasado de negociaciones sospechosas, que adquieren luz pública con paso irrefrenable, es un ejemplo. Su política empresarial de atropello permanente, que le valió enemigos del más diverso pelaje y con muchas ganas de cobrarse sus créditos, puede ser otro. Que, claro, se suman a los errores de estimación respecto del poder de fuego del primer gobierno en la historia contemporánea que tuvo la osadía de enfrentarlos, acostumbrados como estaban a la defección sin tanta resistencia de los poderes políticos de turno.
El capítulo Papel Prensa, en ese sentido, resulta bastante simbólico. La reacción airada del Grupo ante la investigación que pretende ofrecer luz al oscuro origen de la empresa, con querellas desesperadas y empecinamiento por retacear información son muestras de esta actitud errante y desorientada. Como pueden ser muestras, también, del grado de desolación y miedo que ronda por estos días las cabezas visibles del que sigue siendo el mayor conglomerado de medios del país. El testimonio estremecedor de Lidia Papaleo de Graiver y su denuncia pública acerca de la manera atroz en la que fueron adquiridas las acciones de la empresa por parte del Grupo y de sus socios de entonces -y de hoy- ya se convirtió en una pesadilla difícil de conjurar.
La posible incriminación de su hombre fuerte, Héctor Magnetto, como partícipe necesario o ideólogo de una serie de hechos, algunos de los cuales pueden ser tipificados dentro de lo que la jurisprudencia internacional considera como crímenes de lesa humanidad (y, por lo tanto, no prescriptibles) ensombrecen las mesas de reuniones de la calle Piedras. Y, claro, retroalimentan el nerviosismo, como sucede por estos días cada vez que la jueza Sandra Arroyo Salgado avanza con la investigación sobre el origen de los hijos de Ernestina Herrera de Noble o cuando descubren que su lobby en contra de la nueva Ley de Medios, aprobada por amplia mayoría en el Congreso, ya no tiene el peso de otrora. Pero hay más: pagos en negro a los accionistas, el cobro de "retornos", los "ñoquis" que prohijarían en la empresa desde la dictadura militar o la defraudación al Estado, como socio cuasi bobo. A lo que habría que sumar las desavenencias internas dentro de Clarín y la distancia incipiente con La Nación, su más importante socio.
No obstante, lo que más temor e incertidumbre genera hoy entre los popes del Grupo es la inquina que ven en los Kirchner para avanzar sobre éstos y otros frentes en los que "andan flojos de papeles". Subestimados en un principio, dados por muertos luego, ven en la pareja patagónica el peor de los males y el rival a vencer. Por eso, ponen como objetivo supremo evitar la continuidad del proyecto en 2011. Aunque advierten que las armas con que cuentan, para nada desdeñables, están en baja. La elaboración en curso de un informe, al que se le dio el nombre de "Papel Prensa-La Verdad", por parte de los directores de la asamblea accionaria que responden al Gobierno, brinda otra pizca de intranquilidad. Y las conversaciones en off de algunos funcionarios con periodistas y allegados no contribuyen a tranquilizarlos. Uno de ellos, en estos días, dijo a Debate: "No sé si es el fin de Clarín, pero sí de Magnetto. Está quebrado y solo".

ORIGEN ESPURIO
El nacimiento y desarrollo de Papel Prensa, la planta productora del insumo básico de los diarios, monopólica en su rubro, bien podría ser una metáfora de cómo se consolidan ciertos poderes fácticos o se adquieren determinados derechos en nuestro país. Nació en los setenta, como un intento bienintencionado por resolver el principal cuello de botella de los diarios, y se convirtió con el tiempo en una nueva modalidad de cerrojos y elementos de presión, con empresarios que saben de prebendas y hacen usufructo de ellas, y con un Estado más bien ausente que financia las ganancias de sus pares privados en perjuicio de otros actores. Es decir, del resto de la sociedad. Lo que le agrega un plus a esta historia es la forma en la que los propietarios privados de las acciones se habrían hecho de ellas, durante la última dictadura militar.
Lo contó Lidia Papaleo de Graiver, en la asamblea de la empresa, el 20 de mayo último, llevada de sorpresa por el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno. Allí, la viuda del dueño de las acciones de Papel Prensa (David Graiver, muerto en agosto de 1976, en un misterioso accidente aéreo) dijo que fue forzada a vender todo. Forzada, en los peores términos. "No hubo sugerencias, fue 'firmás o te mato'", remarcó (ver aparte), al tiempo que dio precisiones sobre su secuestro, así como de las feroces torturas recibidas durante el período que estuvo ilegalmente detenida, como gran parte de su familia. Y lo dijo ante la cara de sorpresa de los representantes del Grupo Clarín y del diario La Nación, dueños del 49 y el 22,5 por ciento, respectivamente, y partes de la cuestionada adquisición de aquel entonces. El tercer integrante de aquella tríada, La Razón, vendió su parte en Papel Prensa a Clarín, antes de ser el diario mismo propiedad del Grupo.
Según la investigación en curso, los diarios en cuestión llegaron con cierta facilidad a hacerse de las acciones de la papelera. El pago se habría hecho con poco efectivo y mucho papel pintado, más una serie de préstamos preferenciales del Banco Nacional de Desarrollo (Banade), que les habría facilitado la dictadura. Así, las empresas involucradas se aseguraron que el Estado no realizara ningún estudio técnico para averiguar cómo financiarían el proyecto ni que se pidieran avales de patrimonios personales para acceder a esos créditos. Y la dictadura se compró el silencio de estos medios. La foto histórica del brindis entre Ernestina Herrera de Noble, dueña de Clarín, con Jorge Rafael Videla, dueño de la vida y la muerte de los argentinos, el 27 de setiembre de 1978, durante la inauguración de la planta de San Pedro, parece el documento más contundente de aquel contubernio.
"Papel Prensa está mal habida por donde mire. Donde se pone el dedo, salta pus", le cuenta a Debate una fuente cercana al directorio de la empresa. "Por eso no dan la información que se les pide. Están hasta las manos", agrega. Además, cuenta algunas puntas del informe que Moreno encargó a los directores de la empresa para que en un plazo máximo de noventa días (ya pasó casi la mitad de tiempo) entreguen un informe sobre el traspaso de acciones y los vericuetos de la empresa, para determinar si hubo irregularidades. El informe llevará por nombre "Papel Prensa-La Verdad" y contaría con información extra proporcionada por nuevos denunciantes de la causa, expedientes de la Conadep, información del Tribunal de Guerra de la dictadura y los papeles de la sucesión.

BATALLA JUDICIAL
La historia se cuenta como anécdota entre los allegados al Gobierno. Dice que un alto directivo de Clarín fue quien verbalizó el fin de la relación del Grupo con el Gobierno. Lo hizo luego del "conflicto del campo", cuando advirtieron en calle Piedras que los Kirchner iban indefectiblemente hacia su declinación política, luego de una buena relación inicial. "Entramos en guerra", cuentan que el hombre del Grupo le dijo a un alto funcionario nacional, tras advertir que los cruces en ascenso entre unos y otros serían imparables. "Dónde viste que una empresa le gane a un Estado", señalan que respondió éste, rápido de reflejos. A lo que el empresario contestó, con suficiencia: "Esto es Clarín". El entredicho, en buenos términos según parece, quedó ahí, pero tuvo otros capítulos. El más cercano en el tiempo se habría producido hace poco más de un año. "Te oferto la rendición con un pliego de condiciones. Si no aceptan, de acá en más la rendición será incondicional", dicen que ofreció el funcionario. Por cierto, sólo obtuvo una negativa oronda.
Los sucesos que caracterizaron la relación, de ahí en más, habla de lo imposible de una marcha atrás, con la pérdida absoluta de compostura periodística en los medios del Grupo y con jugadas osadas de parte del Gobierno, entre las que pueden mencionarse la revisión de la fusión entre Cablevisión y Multicanal o la aparición del Estado como socio-reemplazante de Clarín en las transmisiones de AFA, entre otros hechos. Respecto de Papel Prensa, la disputa tuvo como escenario la asamblea de accionistas de la empresa y la justicia. Por un lado, el Gobierno objetó la reelección irregular de Alberto Maquieira al frente de la empresa (su mandato había sido suspendido el 8 de marzo, mediante una resolución judicial) y la falta de entrega de información a los directores representantes del Estado. A lo que agregó una serie de irregularidades por probar ligadas  a retornos y liquidación en negro a los accionistas privados. Como contragolpe, el CEO de Clarín, Héctor Magnetto, y el director de La Nación, Bartolomé Mitre, presentaron una querella criminal contra el secretario Moreno por presunto abuso de funciones y por montar un supuesto "aparato paraestatal sui generis" para perseguirlos. Y entre los argumentos, citaron el hecho de que la resolución de la Secretaría de Comercio Interior que pedía el informe "Papel Prensa-La Verdad", llevase el número 126. Reminiscencias, por cierto, del conflicto con el campo.
"Tienen miedo. Y el miedo mayor es que se los incrimine por delitos de lesa humanidad", contó un allegado al directorio de la empresa, quien consideró que la denuncia del dueto Magnetto-Mitre tiene como destinatarios a "Moreno y otros", pero que ese "otros" no es más que la pareja presidencial. Y agrega: "Es ridículo que se haga una denuncia para frenar un informe que el secretario está en su derecho a pedir. Si están limpios de culpa y cargo no tendrían que tener problemas en presentar lo que se les pide. Y si el informe oficial es sesgado o no, eso lo va a determinar la justicia".

INTERNAS
Sabidos en problemas, Magnetto y Mitre pretenden blindar a la sociedad. Por lo menos, la suya. Son conscientes de que la suerte de uno puede ser la del otro. Fueron protagonistas principales de aquellas asambleas que cuestiona Papaleo de Graiver y estuvieron al frente de la conducción de la empresa desde sus momentos fundacionales hasta hace poco. Lo que no pueden asegurar es que esa sociedad blindada abarque también a las empresas que representan. La situación complicada de la principal accionista de Clarín por la investigación referente al origen de dos de sus hijos y la molestia de los socios externos del Grupo (los fondos de inversión, por ejemplo, que tienen el 18 por ciento de la propiedad), complican la situación de Magnetto. En tanto, las disputas internas preexistentes con la familia Saguier, socios mayoritarios de La Nación, le auguran problemas mayores a Mitre. Por lo pronto, los Saguier han comenzado a tomar distancia. Hace unas semanas rescindieron el convenio de accionistas que tenían con Clarín desde 1977, que les permitía actuar al unísono, y se declararon "en absoluta libertad e independencia". Y en las últimas asambleas de la empresa han optado por sentarse alejados de los representantes de Clarín. 
"A los Saguier no los salpica el caso: son compradores de buena fe", le contó a Debate otro allegado al directorio, quien mencionó también una reunión que uno de los hermanos Saguier había tenido con los trabajadores de la planta en San Pedro y los comentarios respetuosos sobre Moreno, tanto en la asamblea como fuera de ella. "Es probable que aprovechen la oportunidad para sacarse a Bartolito de encima", comentó la misma fuente, quien asegura que los Saguier hicieron llegar al Gobierno, a través de terceros, un sondeo. "Nos mandaron a decir que si queríamos la línea editorial, no había acuerdo posible. Les contestamos que no, que diarios gorilas el país necesitaba; pero que lo que no debía haber es diarios golpistas".

MANEJOS
Dos cuestiones señalan de manera persistente cuando se habla con algún funcionario del Gobierno ligado al caso. Por un lado, la sorpresa que aún persiste sobre la poca altura para manejar el conflicto que han demostrado tener las primeras y segundas líneas dirigenciales del Grupo. "Las cosas las hacen mal. Hasta ahora ganaban siempre por la capacidad de fuego que habían acumulado, pero no por la inteligencia de sus jugadas. Si hasta tacharon un balance", señala un hombre cercano al círculo más próximo a la Presidenta. Por el otro, hablan de manera recurrente sobre lo que puede significar política y socialmente el esclarecimiento sobre el origen de la empresa. "Esto es la punta del ovillo. Da la impresión de que hay una verdad más profunda. Por ejemplo, faltan actas de las reuniones de directorio de aquella época. No aparecen", señala la misma fuente. "Quizá se pueda saber más sobre la connivencia del poder militar con el poder económico", argumentó otro, en el mismo sentido.
Pero los malos manejos no terminan ahí, sino que recorren gran parte de la historia de la empresa. Un mojón de esto lo volvió a marcar, en estos días, José Pirillo, dueño de La Razón en los ochenta, con sus denuncias sobre las maniobras de los socios privados para beneficiarse con el costo del papel de diario, en detrimento de las publicaciones de la competencia, y sobre cómo fue "despojado" de su diario en 1987, tras romper la sociedad en Papel Prensa. Otro mojón lo refrendó el Gobierno mismo acusando a sus socios privados por "retornos" a proveedores, cobrados por un gerente y repartidos personalmente a los accionistas. Y por vender papel a precio privilegiado (hasta un veinticinco por ciento por debajo de los costos, como comprobó la Sindicatura General de la Nación que había sucedido durante tres de los cuatro trimestres del último año) a Clarín y La Nación. A eso hay que agregar dos datos que están en investigación. Por un lado, la supuesta existencia de ñoquis, un verdadero reservorio de mano de obra desocupada, que viene de la dictadura militar. Por el otro, la existencia de una estructura de gastos sobredimensionados que no tendría razón de ser. La orden del juez contencioso administrativo federal, Claudia Rodríguez Vidal, que permite unificar los precios, intenta resarcir uno de estos abusos. Los pedidos de informes intentan poner fin a los otros.
"No está pensada una estatización ni una expropiación. Esto es lo que están diciendo ellos. El objetivo es que todas las empresas periodísticas puedan tener papel al mismo precio", señalan desde la Secretaría de Comercio Interior. Y ya piensan alternativas. Que se genere una empresa entre todos los diarios del interior del país, puede ser una.
Mientras tanto, la batalla ingresa en su etapa de definiciones.

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UN INTELECTUAL DE AQUELLOS QUE SUPO DEJARSE SEDUCIR POR EL GOBIERNO DEL PUEBLO

EL MOMENTO HISTÓRICO QUE ESTAMOS VIVIENDO, LOS DE 40 CREÍAMOS QUE SÓLO LO HIBAMOS A LEER EN LOS LIBROS DE HISTORIA O POR ALGÚN RELATO DE AMIGO O FAMILIAR.
NO LO DEJEMOS PASAR, VIVAMOSLO, DEFENDAMOSLO!!!!

3 de junio de 2010