14 de junio de 2010

Emilio Pérsico: “Ir por más”

 

Emilio Pérsico es secretario general del Movimiento Evita y secretario de Organización del Partido Justicialista. Es uno de los referentes de los movimientos sociales orgánicos al kirchnerismo con mayor desarrollo nacional. Debajo de un retrato de la "abanderada de los humildes", en uno de los salones de la sede central de la organización, dialogó con Voces en el Fénix sobre qué falta para vivir en un país más justo. "El gran problema de la Argentina sigue siendo la reunificación de la clase trabajadora. Tenemos que lograr el pleno empleo y la estabilidad de los trabajadores. No hay estabilidad política ni económica en el país si no hay estabilidad de la clase trabajadora", caracteriza, cuando analiza los debes y haberes de la situación actual.

–¿Cómo repercute la inestabilidad de los trabajadores en el proceso político?
–Si los trabajadores no están en blanco y no están en condiciones de trabajo dignas, no hay posibilidades de que haya estabilidad en el proceso político. La gran inestabilidad de los partidos tiene que ver con eso. Tuvimos estabilidad en los partidos políticos cuando el peronismo y el radicalismo hicieron grandes reformas políticas: incorporaron a grandes sectores al proceso económico y político como protagonistas sociales. La gran asignatura sigue siendo esa. Un tercio de los trabajadores está en blanco, un tercio en negro y el otro tercio con problemas laborales. Esta división de la clase trabajadora fue el mayor objetivo del modelo neoliberal, que logró dividirla y sacarle las herramientas de unidad que tuvo durante años. Una de esas herramientas era ser una clase trabajadora muy sindicalizada: 70 por ciento sindicalizada. Ahora tenemos el 12 por ciento. Es uno de los problemas centrales.

–Esta fragmentación de los trabajadores influye en plano cultural.
–La división de la clase trabajadora hizo que entrara la competencia entre nosotros. Nos quisieron hacer creer que había desocupados porque había trabajadores que no estaban preparados para el nuevo siglo. Y que el trabajo que conseguía el compañero era el que vos perdías. El liberalismo se instaló, apareció mucho el cuentapropismo, el buscar la salvación individual. El modelo político y cultural neoliberal tiene que ver con el modelo económico que triunfó en la Argentina. El neoliberalismo económico trajo el modelo liberal en lo político. Apareció el puntero en el barrio que decidía quién comía, quién tenía plan o a quién le daban bolsones. La repartija de planes sociales en el conurbano parecía como cuando bajan los helicópteros norteamericanos en África después que destruyeron todo y bombardean con arroz y se arma la disputa entre los compañeros por la comida que tiran. En nuestro país pasa una cosa parecida. Destruyeron el trabajo, nos trajeron las enfermedades sociales y nos empezamos a pelear entre nosotros por un plan social o un bolsón de comida, en vez de pelear por un modelo de país, por las cosas que peleaba antes la clase trabajadora.

–¿Qué rol le asignan a la política?
–Antes, cuando yo era joven, uno pintaba una "V-P" en una pared y eso significaba un montón de cosas: que se estaba a favor de las empresas del Estado, de la distribución del ingreso, de los trabajadores, de los sindicatos. Hoy pinto eso en un barrio y dicen: "Ah, mirá, Emilio quiere ser candidato a concejal". No tiene ese mismo significado de rebeldía o de organización que tenía el peronismo en algún momento y que también supo tener el radicalismo. Esta situación llegó a un punto donde nos robaron la política como herramienta de transformación. En el modelo neoliberal la política termina siendo una herramienta que tienen los ricos para mantener la situación como está. Pero la política es la única herramienta que tienen los pobres y los humildes para salir de la situación en la que están. Ellos tienen que ser los protagonistas y ellos son los grandes marginados del proceso político. Lamentablemente, se ve a la política como una carrera.

–¿Qué medidas de gobierno le parece que hacen falta para empoderar a los trabajadores?
–Hacen falta políticas activas del Estado. Se gastan 40 mil millones de pesos o más en subsidios. En general son indirectos: al gasoil, al transporte, a la leche. Pero el Estado tiene que subsidiar fuertemente el trabajo; si no, es muy difícil conseguir el pleno empleo. Y ese trabajo que subsidiamos tiene que ser trabajo digno, donde haya representación sindical y organización de los trabajadores con derechos sociales. Respetamos mucho el programa de cooperativas Argentina Trabaja, va en la dirección de subsidiar al trabajo para gente que tiene problemas en entrar al mercado, aunque el programa tiene muchos déficit. Es que siempre nos quedamos a mitad de camino, tenemos un Estado muy liberal.

–¿Qué objetivo se proponen como organización?
–Tenemos que reunificar a la clase, no hay otra manera. Eso es lo que nos da fuerza política y social al peronismo. En el primer año de gobierno Juan Domingo Perón pasó del 5 por ciento de los trabajadores al 80 por ciento en blanco. Eso fue una revolución. Tenía cuatro ministros que eran trabajadores. Le dio protagonismo político, social y económico a la clase trabajadora. Este proceso en la Argentina todavía no lo estamos viviendo. El peronismo era un instrumento de empoderamiento de los trabajadores, de acceso de la política.

–¿Cómo evalúan estos años de kirchnerismo?
–Los trabajadores se beneficiaron: hay un Estado que defiende a los trabajadores, una cosa insólita. Tenemos paritarias donde el Ministerio de Trabajo no es el ministerio de los empresarios como era antes. Es un ministerio que tiene que defender a los trabajadores. Para eso fue creado. El Estado tiene que defender al más débil. Sin embargo, hay que preguntarse quiénes fueron lo que más se beneficiaron, quién multiplicó más rápido su riqueza en estos años. ¿El trabajador o el empresario? Esa es una asignatura pendiente: ahí está el elemento concreto. Cuando Mauricio Macri o alguno así dicen que la Argentina podría haber obtenido más ganancia y aprovechar más la circunstancia ventajosa que tenemos en el mundo, hablan de crecer más ellos. ¡Podrían haber ganado más plata todavía!

–¿Qué plantean frente a las asignaturas pendientes?
–La clase trabajadora recuperó la voluntad de ir para adelante. En los '90, en el barrio todos los días teníamos que agregarle un litro más de agua al guiso porque todos los días venía una familia nueva que estaba en crisis. Hoy en día es al revés. Todos los días una familia nueva avanza. ¿Que el avance es muy lento? Puede ser. Siempre tenemos que ir más allá. Una de las grandes derrotas es que hemos perdido la esperanza y los sueños. Cuando era joven teníamos fifty-fifty y yo quería más. Hoy en día sería un logro revolucionario. No tenemos que perder eso como clase y como militantes: tenemos que siempre ir por más: por la ley de entidades financieras, por la reforma estructural en la distribución del ingreso, el Banco Central, la reforma tributaria para que los impuestos no sean regresivos. Todo eso lo tenemos que plantear. Y tenemos que ir también por los derechos de la clase trabajadora. Profundizar; si no, no hay posibilidades. Hay que buscar la independencia. Si algo tiene de valor este proceso es que hemos empezado a vivir con lo nuestro y a pensar con lo nuestro. En esto tiene mucho valor el Plan Fénix. Esto es un punto de partida, no de llegada. Podés vivir con lo nuestro en un país injusto o en uno justo, pero es una base importante para ir en esa dirección.

Fuente: Voces en el Fénix – Año 1 N° 1 Junio 2010

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